miércoles, febrero 25, 2009

Todos solían decirle: “la distancia hace al olvido”, pero ella sabía muy bien, que quienes olvidaban, eran las personas. Y Clara siempre lo supo, pues su intuición era lo único de ella que no le fallaba. Ella sabía, desde hacia muchas noches atrás. Ella ya había llorado por ello, desde la primera vez que lo pensó. Y llego la luna llena, en donde se cantaron aquellas palabras de confirmación: es una chica, una chica que él ya conocía; es una chica, una chica afortunada. Y de pronto, cual lluvia de pétalos marchitos, Clara se cayó a pedazos sobre su alfombra azul.

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