miércoles, julio 13, 2011

Detràs de Dolores. (P.2.)








(...) Las primeras noches no me inquieta demasiado. Para aclararle un poco la imagen le explico que vivo en un quinto piso medio oculto por un abundante mazacote de vegetación, entre ramas y enredaderas. Además, esta persona, si podemos llamarle así, no pareció muy alarmante, de modo que solo sentía curiosidad.
Sin embargo, hace un par de noches que ésta sombra no para de moverse para todos lados, muy inquieta y nerviosa. Y confirmo que es una sombra porque la he visto apoyarse sobre las paredes del interior de mi departamento, apoyándose la cabeza sobre las manos haciendo movimientos de negación con la cabeza.
Podrá usted imaginarse mi cagaso. Que de repente venga algo tan fantasmal a buscar refugio donde uno no es agradable. No obstante, nunca me agredió, si no por el contrario, no molestaba en absoluto, sólo se movía desesperadamente por las superficies. Hace unos cuatro días que llegué a la conclusión de que no había elegido mi hogar, si no mi compañía. El haberle prestado tanta atención las primeras veces debe haberla hecho creer que quiero hacer amistades. Y la verdad es que, yo no pretendo ningún tipo de relación con nadie, aunque no hable ni sea persona. Disfruto de mi soledad, realmente la disfruto.
Y allí está el problema Sr. Lagos, yo no quiero su compañía, y ésta desubicada sombra caprichosa no deja de perseguirme a donde quiera que voy. Me empiezo a sentir asfixiada e incluso voy a decirle que irrumpe mi intimidad también en el baño o cuando cambio de ropa; ésta sombra es una zarpada.
Esta situación me tiene muy cansada. No vaya a creer que no intente echarla un millón de veces, de hecho, tramar planes para que se aleje de mi vida se convirtió en una rutina sin interrupciones. Además, últimamente no se sólo limita a vagar a mi alrededor, también me hace jodas absurdas pero increíblemente molestas, como taparme la luz cuando leo un libro o coso algún pantalón, o a ponerse detrás mío de sorpresa para asustarme.
Ayer por la madrugada tuve una visita un poco intima y podrá usted imaginarse como me puse cuando la maldita interrumpía todo acto.
Ya no se como ponerle fin a esto, pero como usted es el dueño del edificio pensé que podría ayudarme a emitir alguna orden de desalojo ya que no creo en brujerías, ni en voodoo, ni en cosas raras.
Espero pueda usted ayudarme con este problema, porque creo que mi soledad quiere que vuelva, y yo la extraño; aparte entre nosotras, Sr. Lagos, no hay lugar ni para mi sombra.

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