martes, febrero 07, 2012

Clara nacía otra vez. Alejandro la había dado a luz, la había llenado de fosforescencia inmanente y sin pedir nada a cambio. Era alguien más ahora, alguien nuevo. Su nombre nunca había sido tan redundante. Y en este absurdo pensamiento retorcido, Clara paria amor.

2 comentarios:

lavikingainmortal dijo...

Puro talento Bel....ya me parecía que tu alma tenía el secreto de los seres hechos de la luz eterna!!!

Ana dijo...

Gracias! quièn sos?