De cómo un joven y una joven se cruzaron en una esquina de algún pequeño recuerdo...
Clara miraba televisión cuando el cabello largo de un actor la hizo acordarse de un hombre en un recuerdo viejo y desgastado que no había visitado desde el día ese en que supo que solo podría recordarlo el resto de su vida.
Abrió un cajón rebalsado de trozos de papeles inservibles y significativos y sacó una pequeña y arrugada servilleta desde el fondo.
Te amo.
Le hubiera gustado leer aquello escrito sobre el papel de confiteria. Le hubiera gustado que Alejandro lo hubiera sentido. Le hubiera gustado tomar el café juntos. Le hubiera gustado sostener hoy la servilleta con él.
Pestañeó repetidas veces para encarcelar las lágrimas que el recuerdo de Alejandro liberaba y ordeno todo para cerrar el cajón, otra vez. Entonces pensó en todas las veces que lo abrió y cerró, en todas las veces que pestañeó para no llorar, en todas las veces que lloró igual. Le hubiera gustado haber cerrado el cajón hace mucho o por lo menos abrirlo sin suspirar.
Clara termino de ver la película, lloró y esta vez, sí cerró el cajón.
(...)
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