Ella estaba segura, si no volviera, él extrañaría las mañanas con olor a café; extrañaría dejar su perfume y algo más en la cama; extrañaría fumar en el balcón después de. Saber que al abrir la puerta de madera verde y agrietada allí estaría Clara con su té esperándolo volver. Extrañaría lo sencillo y espontaneo que era amar a Clara.
Y por eso volvería, solo por eso. Y ella era feliz.
(...)
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