Clara nacía otra vez. Alejandro la había dado a luz, la había llenado de fosforescencia inmanente y sin pedir nada a cambio. Era alguien más ahora, alguien nuevo. Su nombre nunca había sido tan redundante. Y en este absurdo pensamiento retorcido, Clara paria amor.
2 comentarios:
Puro talento Bel....ya me parecía que tu alma tenía el secreto de los seres hechos de la luz eterna!!!
Gracias! quièn sos?
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