lunes, septiembre 21, 2009

Una palabra pedía Fabián. Ni dos, ni tres, ni una oración larga. Sólo una palabra. No tendría que justificarla ni sentirla.
Chau.
Cuatros letras pedía Fabián. Ni dos, ni cinco. Sólo cuatros letras que no formaban “amor”, pero que lo despedían.
Chau.
Una palabra de cuatro letras pedía Fabián. Sin coma ni puntos suspensivos. Sin halagos, sin mentiras. Con punto final.

Chau.
Cien veces pedía la palabra de cuatro letras. Y noventa y nueve veces era muy tarde.
Una palabra de cuatro letras escuchó una tarde, de una voz conocida. Pero esa palabra ya no le correspondía.

La primavera es la disculpa de los dioses a las hojas por el catastrófico invierno.
El más cruel de los perfumes, es el de la distancia que logra al olvido.

sábado, septiembre 19, 2009


Bajo el farol amarillo,
de la calle tomada por tu nombre
alimento mi paranoia,
si es ésta la que te recuerda
Y hare un cigarrillo con un poema tuyo
para que su humo sean las cenizas de nuestra historia

En mi despertar no quiero magia,
al despertar solo te pido,
mátame, mátame de amor.

Átame el olvido, y olvídame allí
que lo mismo hare yo,
si consigo deshacerme del corazón.

Libertad; ser un granito de arena en el mar.
Salvaje; ser furiosa avalancha.
Quiero ser, quiero ser
¿qué quiero ser?
Delirante gota de lluvia. Recuerdos en un escombro. Memoria uterina.
Veo como un rayo estruendoso se esconde en un día de sol, veo como llega al suelo y su caída lo hace enfurecer. Se desploma luz sobre la tierra y duerme, ¿dormí yo también?