lunes, enero 05, 2009

Desaparecía en la neblina de la plaza del centro dejando a Clara secando sus lágrimas con las mangas de su saquito de lana blanco. Pronto volvería, no porque él así lo prometiera, sino por las interminables despedidas que ella ya vivió por Ale. No sabía si al volver a su casa dejaría la puerta abierta para cuando el volviera y así, fuera una sorpresa, o cerrarla, y enseñarle a Ale que no siempre iba a esperarlo con los brazos abiertos y la memoria deshecha. En realidad, Clara nunca olvidaba cuando la herían, solo pretendía que no se acordaba.

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